“El Sorochuquino”

Revista informativa y cultural en el cual se publican artículos e información de diferente índole, cuyo contenido es el único responsable el autor.

lunes, 1 de agosto de 2011

ASPECTO EDUCATIVO DE “CIEN AÑOS DE SOLEDAD”




La psicología influye enormemente en la vida del estudiante, especialmente en el nivel individual, la ambición “totalizante”, es manifiesta en la verdad de tipos humanos que circula por el libro y cosas de poca importancia que esta describe, la intimidad de ciertos individuos, quiere mostrar el gran número de registros, de matices que la vida es capaz de adoptar en un solo ser. La familia Buendia ofrece un abanico de posibilidades psicológicas. Hay una primera gran división entre ellos: mientras los Aurelianos eran retraídos, pero la mentalidad lúcida, los José Arcadio eran impulsivos y emprendedores, pero estaban marcados por un signo tráfico. “Esto define las características generales de dos ramas masculinas, pero en realidad la diferencia entre individuos es más compleja, además de estas cualidades genéricas de estirpe, cabe destacar que hay cuatro aspectos psicológicos que influyen grandemente en la mentalidad del educando como son: los mágico, lo milagroso, la miticolegendario y lo fanático.
            En lo cultural, el estudiante queda influenciado al darse cuenta que es una sociedad primitiva con virtudes y defectos; de una cultura primaria, donde el instinto se manifiesta sin el disimulo, no puede ser propicia para un ser humano en cuanto en su formación, ya que solamente se concretaría a vegetar en un mundo pasivo.
            El tiempo inicial es anterior a la creación: ”El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlos había que señalarlos con el dedo”, espacio desordenado en tanto llega el creador y llama a los objetos por su nombre; José Arcadio Buendia es quien primero logra conceptualizarlos, abarcándolo intelectualmente en su plenitud “cuando se hizo experto en el uso y manejo de sus instrumentos, tuvo una noción de espacio que le permitió navegar por mares incognitos, visitar territorios deshabitados y tratar relaciones con seres espléndidos, sin necesidades de abandonar su gabinete.
            Aparte de las industrias que se establecieron en Macondo, se fundó una escuela, la que se encontraba a cargo de Melchor Escalona, siendo José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo los primeros en asistir a esta casa de estudios, en donde recibieron enseñanzas que van a repercutir más tarde en el comportamiento de cada uno de ellos. En su corta edad fueron tan idénticos que sus familiares y profesores no pudieran diferenciarlos, pero conforme avanzaban los años fueron tan distintos, que mientras José Arcadio segundo era aventurero, Aureliano Segundo se recluía en un cuarto de Melquiades, que había dejado de existir, pero que en varias oportunidades había dejado su tumba para visitar a Aureliano y darle sabias enseñanzas.
            En lo moral, la influencia que ejerce la novela en el estudiante está dada a través de un personaje eje llamado Úrsula Iguarán, la mujer de José Arcadio constituye, dentro de la Sociedad Macondina, una dama de modelo, de hábitos buenos que ha enseñado a sus descendientes las reglas morales por medio de su comportamiento y modo de actuar frente a los demás. Úrsula es el ejemplo de la mujer modesta y trabajadora, cuyo carácter va a inculcar en su familia, la bondad, la justicia, la verdad; la madre con mayúscula está presente en la mayor parte de la novela, formula algunas observaciones claves y además crea, por su actitud incesante, constructiva, normal y doméstica el centro en que acontecen episodios decisivos y otros germinan y se preparan. El hábito se impregna de la peculiar atmósfera que Úrsula lleva consigo y hasta parece emanar de ella; no es sorprendente por lo tanto, que lo uno y lo otro tenga también carácter familiar. La función de Úrsula consiste en impregnar de cotidianeidad el espacio novelesco para que en él pueda realizarse suavemente lo maravillo. El espacio así establecido y normalizado asimila los prodigios y los convierte en fenómenos aceptables que el lector admitirá sin protesta.
            Macondo constituye un pueblo religioso por excelencia, en donde el sacerdote se constituye en un consejero, guía, sendero que ha de redimir los pecados de los pobladores de Macondo y ha de predicar normas morales que van a ir a inculcar en el ciudadano de Macondo el amor al prójimo y a la veneración a un Dios que va hacer mella en los corazones tiernos de los Buendia, que serán criados y educados para ser Papas o enviados a un monasterio en condición de monjas.

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